Una vida resumida en septiembre

Aldo Ramírez fue un militante con una vida intensa y corta. Participó de un intento por recuperar las Malvinas, del Cordobazo y de la toma del Astillero Astarsa. Su desaparición está incluida en la causa que investiga la responsabilidad empresarial en el caso de los 26 obreros del astillero que fueron víctimas de la dictadura.

Gabriel Santana

Los 30 días que tiene septiembre no pasaron inadvertidos durante los 29 años de vida de Aldo Ramírez. Un 28 de septiembre aterrizó en Malvinas para izar la bandera argentina en la Isla. En septiembre también se puso de novio con Rufina Gastón, quien luego se convirtió en su esposa. Ese mismo mes, pero del año 75’, una patota de la Triple A intentó detenerlo en su casa. Y finalmente, en septiembre de 1977 fue secuestrado. Desde entonces se encuentra desaparecido.

Es uno de los 26 obreros del astillero Astarsa secuestrados. Aunque al momento de su rapto llevaba casi un año sin trabajar.

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Militó en el peronismo desde los 14 años. Durante su etapa laboral se destacó en el activismo sindical y hasta llegó a participar del Cordobazo durante su luna de miel. Ese fue el primer acto de complicidad por parte de su esposa.

-Íbamos a ir dos semanas, pero nos quedamos tres para que él pudiera participar.

Con el tiempo, ella también comenzó a militar, pero desde las bases, en barrios. Él fue un destacado referente de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) de zona norte. Supo tener una muy buena relación con Raymundo Ongaro y llegó a desarrollar tareas de operador político para la organización ligada a Montoneros.

Además, su reputación en la zona se remontaba a su participación el 28 de septiembre de 1966 en el “Operativo Cóndor”. Aldo tenía 18 años recién cumplidos y era el más joven del comando de 18 militantes peronistas y nacionalistas que secuestraron un vuelo comercial para que se desviara de su ruta a Río Gallegos y aterrizara en las Islas Malvinas.

Ya en archipiélago, desistieron de tomar la casa del gobernador, pero sí desplegaron siete banderas argentinas en las inmediaciones del avión. Además de las consecuencias legales – estuvo algunos meses preso hasta conseguir la libertad condicional-, Aldo se volvió una estrella en su barrio natal, Villa Adelina.

Fue así como lo conoció Rufina. Una amiga de ella estaba de novio con un primo de Aldo y comenzó a enviarle cartas durante su estadía en prisión. Recién se conocieron personalmente en junio del ´67 y en septiembre de ese mismo año se casaron.

Juntos tuvieron una hija. Paula nació en 1972. Con su compañera creó un lazo que perduró mucho más que su relación de 10 años, interrumpida por el secuestro de Aldo. Rufina, de alguna forma, ya estaba preparada.

-Siempre me decía que no íbamos a envejecer juntos. Repetía que iba a tener un corto tiempo de vida. Su vida era la militancia y así lo conocí.

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A Aldo le costaba encontrar trabajos por sus antecedentes y por su militancia. Después de algunos años como chofer de colectivo y de camiones para un frigorífico, entró al astillero Astarsa de Tigre, gracias a su hermano.

Ingresó a principios de los ‘70 y rápidamente se unió a Martín “Tano” Mastinú para armar una agrupación que enfrentara a la conducción del Sindicato Obrero de la Industria Naval (SOIN), con la que buscaban unir a todos los astilleros de la zona norte para conseguir mejores condiciones de trabajo.

En Astarsa lo lograron tras la toma del 24 mayo de 1973, que se produjo tras la muerte de un obrero durante un incendio y que duró una semana. En ese momento los activistas contabilizaron ocho accidentes de trabajo en los últimos 15 días, dos muertes incluidas, sumando seis muertes en los últimos cuatro años.

La lucha tuvo como consecuencia la reducción de la jornada laboral de 12 a 7 horas y el control de la seguridad e higiene de la empresa a cargo de los trabajadores (no hubo accidentes fatales durante ese periodo). Pero la consecuencia también fue que la lucha llamó la atención de la Triple A.

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En septiembre del ‘75, una patota irrumpió en la casa matrimonial, pero Aldo llegó a escaparse. No corrió la misma suerte un par de meses después, cuando lo detuvieron en la puerta de la empresa junto con otros dos compañeros.

Fue liberado dos días más tarde tras una movilización y la intervención del entonces gobernador de Buenos Aires, Victorio Calabró. Pero salió con la advertencia de que lo peor aún no había llegado.

Desde la empresa le ofrecieron dinero para que dejara de trabajar, pero se negó e inició un período de licencia y, aunque de vez en cuando iba al astillero, nunca pudo retomar sus funciones.

A partir de ese momento,* la familia se separó por cuestiones de seguridad*.

-Me pedía que no lo castigara con el dolor de que le pudiera pasar algo a su hija por seguir juntos

Rufina y la pequeña Paula fueron pululando por diferentes casas de compañeros militantes y Aldo, por otro lado, aunque siempre se hacía un espacio para visitar a su hija, quien creció rodeada de niños en su misma condición. Sus “compañeros” de juegos. Se escondían debajo de las mesas e imitaban a sus padres militantes al intercambiar garabatos -porque aún no sabían escribir – en diarios doblados en cuatro.

-Nosotros pensábamos que no escuchaban, pero sus cabecitas retenían todo.

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El 1 de septiembre de 1977, Aldo “La Fabiana” Ramírez fue secuestrado y trasladado a Campo de Mayo. Su desaparición continúa sin ser juzgada, ya que como no trabajaba en Astarsa al momento de su secuestro no fue incluido en el juicio por los trabajadores navales.

El apodo le fue puesto por sus compañeros de astillero y hasta en algunas denuncias lo confundieron con su apellido. Aunque Rufina con el tiempo lo modificó.

Aldo era una persona regordeta y con una cara aniñada que lo hacía aparentar más joven de lo que realmente era. Cuando pescaba en la orilla del río, en los tiempos de descanso laboral, se envolvía la cabeza con su remera y según sus compañeros, se parecía a Fabiana López. Aquella mujer, esposa del primer ganador del Prode, que cobró una relevante y efímera fama por aparecer en los diferentes medios con un pañuelo en la cabeza durante 1972, tras ser abandonada por su marido.

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La causa que investiga los lazos de los dueños y directivos de la empresa con las fuerzas represivas no avanza. Las dos personas del cuerpo administrativo más implicadas ya fallecieron. Y entre los que aún están con vida se encuentran Juan Aleman –presidente del directorio- y Armando Braun Menéndez – secretario del directorio-.

Para Rufina el panorama no es alentador.

-Va a ser difícil porque los Braun están en el Gobierno y van a estar siempre en el poder.

AUNO 27-11-2018
GS-AFG

(*) Nota realizada para Taller de Periodismo Gráfico

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