Somos nosotros

El Datatón fue la apuesta acertada para dar un paso para enfrentar la urgencia de cambio en la profesión y generar, a través de los proyectos interuniversitarios, una perspectiva que nos lleve a pensar en grande, sin perder la capacidad crítica y ese bicho de la curiosidad que nos pica todo el tiempo./por Martina Jaureguy

Martina Jaureguy

“¡Quedan quince minutos!”. Un hackatón, aprendí, te enseña cómo resolver en esos quince minutos lo que no pudiste lograr en tres horas de trabajo. Rapidez, sencillez, claridad.

Pero me llevé mucho más que eso de la jornada de trabajo. La primera edición del Datatón: ¿Qué dicen los datos de Justicia? fue una iniciativa de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, que funcionó como sede, y la Universidad de Concepción del Uruguay, desde donde vino una delegación de estudiantes para participar.

Y esto no es un dato menor: el hecho de juntar estudiantes de dos universidades de distintas provincias, todos estudiantes de periodismo, comunicación social y locución, proporcionó una variante interesante que definió la modalidad de trabajo. Perspectivas diferentes, realidades diferentes, experiencias diferentes. Todo eso influyó en la lluvia de ideas que se dispararon entre los distintos grupos: judiciales, sistema penitenciario, violencia de género y otros más, de los que se generaron temas de investigación muy interesantes.

Otro aspecto que creo que ayudó mucho a los resultados que obtuvimos con los proyectos es la interdisciplinariedad. Esto se logró con la ayuda de los distintos colaboradores de organizaciones como ACIJ, Datos Concepción, AUNO y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, que nos ayudaron a los estudiantes en cuestiones de filtrado y análisis de las bases de datos, las posteriores visualizaciones y las estrategias para generar hipótesis y preguntarle a esos cúmulos de letras y números: “¿qué información me pueden dar ustedes?”.

En mi caso, formé parte del grupo de violencia de género e investigamos las cifras de femicidios a nivel nacional de los que tiene conocimiento el Ministerio de Justicia —que proporcionó las bases de datos abiertas para que podamos analizar—. A partir de esos datos, diferenciamos las tres principales modalidades de asesinato en niñas menores de edad, mujeres adultas, y trans, respectivamente.

Fuimos uno de los grupos a los que más les costó llegar a un resultado concreto. Empezamos con muchas ideas posibles y brillantes, que se fueron descartando a medida que nos dabamos cuenta que nos faltaban los datos para conseguir averiguar lo que queríamos: por ejemplo, lo primero que intentamos hacer fue cruzar los datos de femicidios por provincia con la cantidad de presos por femicidios en cada una de ellas; pero en los datos del sistema penitenciario no figuran los presos por femicidio.

Así nos pasó con varias ideas más. Casilleros en blanco, datos que no se volcaron correctamente en las bases o que directamente nunca existieron.

Desde las 15 hasta las 17 seguimos buscando maneras de llegar a resultados que fueran factibles de conseguir y que al mismo tiempo nos sirvieran para algo: el periodismo de datos no se trata solamente de visualizaciones lindas y vistosas; tiene que generar contenido relevante, informativo. Después de todo, no tenemos que perder de vista nuestro enfoque periodístico y el hecho de que, tal vez, lo que nosotros generamos puede servir para que algo cambie. Ya sea para que, en el caso de los femicidios, se analice la magnitud de la problemática, que se revisen los datos incompletos de las bases del Ministerio, o simplemente que se visibilice aún más.

Más allá de la temática que elegimos, el ejercicio de participar en un hackatón tiene posibilidades inmensas de aprendizaje. La gran mayoría de los estudiantes que fuimos parte nunca habíamos participado de un hackatón, y fue algo muy nuevo para todos.

A pesar de que muchos de nosotros venimos trabajando con el programa interuniversitario de Introducción al Periodismo de Datos, todavía no habíamos pasado por la experiencia de la vorágine de tener que elegir un tema, decidir con qué enfoque abordarlo, quién va a hacer qué, analizar las bases de datos, llegar a una conclusión, armar visualizaciones y exponerlas, todo eso en un rango de tres horas y pico.

Fue muy enriquecedor y creo que a muchos de nosotros nos abrió la cabeza a pensar el periodismo desde otro lado, que es un poco la idea de trabajar con datos: darse cuenta que la información está ahí, muchas veces en bases de acceso público. Lo importante es saber cómo abordarla y cómo manejarla.

La situación crítica actual del periodismo nos exige que nos capacitemos y aprendamos a hacer de todo un poco, sobre todo a los más jóvenes. Con un modelo que se cae, somos nosotros los que vamos a instalar nuevas y variadas maneras de hacer periodismo, sin perder la capacidad crítica y ese bicho de la curiosidad que nos pica todo el tiempo.

Lo fundamental es que las universidades, en especial las nacionales, se hagan cargo de esta necesidad y nos ofrezcan la posibilidad de capacitarnos puertas adentro pensando no sólo en la formación de profesionales que hagan la diferencia sino también en defender una educación pública de calidad.

El Datatón me parece la apuesta acertada para dar uno de los primeros pasos (de muchos, espero) para enfrentar la urgencia de cambio en la profesión y generar, a través de los proyectos interuniversitarios, una perspectiva mucho más abarcativa que nos lleve a pensar en grande.

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