Cómo se vivió desde el escenario la noche que los Redondos estrenaron Gulp!

Tres protagonistas del histórico recital reconstruyen esa noche mágica del 23 de agosto de 1985. Todo, les creemos, salió como el nombre de la banda.

Gabriela Naso

Rock and Roll con el cemento fresco

Juan Piojo Abalos. Baterista de los Redondos.

“La expectativa previa a la presentación de Gulp! era muy buena. Había dos fechas pendientes para los Redondos pero, por esas cosas de los negocios y no sé qué, se las dieron a Valeria Lynch. Era una locura, porque estaba todo el disco preparado. Teníamos que buscar un lugar. Justo se estaba terminando de construir Cemento. No sé si de parte de una iglesia que estaba cerca y no quería que abriera, o de quién, hubo un atentado y rompieron un pedazo del local. Pero Poly arregló una fecha para cuando se terminaran las refacciones.

Al final, nos dieron la fecha del 23 de agosto. Cuando aparecimos no estaba ni la electricidad en el escenario. Para el equipo de voces había un enchufe de 220, pero para el escenario no. Además estaba todo muy húmedo y chorreando. Cemento tenía una construcción muy loca, porque era todo un rectángulo y por afuera, a un metro, tenía otro rectángulo más. El aire contenido entre las dos paredes impedía que el sonido saliera hacia afuera. Esa parte estaba toda fresca. También estaban terminando los baños.

Ese día Sergio Mufercho Martínez encaró el monólogo, que debía durar unos 15 minutos. Al final, estuvo media hora en el escenario haciéndolo y pidiendo, con el sonido que tenía, que “por favor” coloquen el 220 v para el equipo de bajo y de guitarra. Fue un momento raro, porque la gente estaba esperando el show. Después se arregló el tema del sonido y empezamos a tocar.

Arrancamos con Barbazul versus el amor letal, que no sólo es el primer tema del álbum, sino que también fue el primer tema que grabamos. Me gustaban todos los temas y, con el paso del tiempo, no dejaron de gustarme. En ese momento mis favoritos de Gulp! eran Superlógico, Golpe de suerte y El infierno está encantador.

Esa noche Cemento estaba llenito. No me acuerdo exactamente si estaba hasta las manos, pero si sé que estaba lleno, que tocamos con invitados y que fue bárbaro, porque a partir de la presentación del disco continuamos tocando en bares de San Telmo, Palermo, Belgrano y La Plata.

Lo viví bien y todos lo vivimos contentos. En ese momento yo no tenía idea de hacia dónde se iban a desenvolver la banda. No me imaginaba ni me daba cuenta de lo que iba a venir, aunque se ve que Poly, Skay y el Indio tenían una idea y fue bien encaminada. Grabar el primer álbum y llegar a presentarlo fue el resultado de mucho trabajo, porque desde que empezamos fue todo a pulmón. Tocamos casi durante un año recaudando fondos para grabar el disco y para vivir.

En lo personal me ayudó mucho tocar en un grupo que después, con el tiempo, se hizo, más popular. En esa época yo comparaba a los Redonditos con Sumo, que no tenía nada que ver, porque Sumo cantaba muchos temas en inglés, pero estaban en el mismo plano. Fue una época muy pero muy linda en la que tocábamos casi todos los fines de semana. Todo bar que abría la llamaba a Poly y le pedía Redonditos de Ricota.”

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El oso cantante que perdió una pata

Alfredo Rosso. Periodista.

“La previa a la presentación de Gulp! fue muy loca, porque yo no sabía que se iba a presentar el disco. Fue un recital muy especial, porque ese día hizo coros Claudia Puyó, estuvieron los dos monologuistas, Sergio “Mufercho” Martínez y Enrique Symns, y el hermano de Skay, Guillermo Beilinson, filmó todo.

En esa época los músicos y los periodistas éramos amigos, es decir, no había tanta gente en el medio, no había managers ni tanta burocracia. Yo conocí a los Redondos a fines de los ‘70. Los fui a ver y trabamos cierta amistad con Skay y Poly, y un poco con el Indio. Se fue reforzando a medida que avanzaban los ’80. Ellos tenían como monologuista a Symns y cuando por esas cosas de la vida él no aparecía, alguna que otra vez, me dejaban subir al escenario a decir alguna huevada y cantar algunos coros, como los de Ñam Fri Frufi Fali Fru y Te voy a atornillar.

Gulp! fue muy importante, porque todos esperábamos un disco de Los Redonditos y, además, la forma en que se hizo fue muy artesanal. Básicamente, es una especie de resumen del repertorio que tocaban en los días de los clubes, en el ’84, cuando todavía los seguían entre 300 y 350 personas. Lo recuerdo como un disco del cual conocía todos los temas. No hubo ninguna sorpresa en cuanto al material, porque lo venían tocando desde el ‘84, incluso hay temas que no entraron. Igualmente, todo grupo que graba un primer disco se potencia. Es decir, tenés un disco en la calle y eso hace que, inevitablemente, la radio te empiece a pasar.

Recuerdo a Cemento como un ocho, que se colmaba cuando se presentaba un grupo muy popular, pero todavía los Redondos sólo llenaban la parte de adelante, donde estaba el escenario, y, tal vez, un poquito más, lo que significa que no había tanta gente.

En un momento determinado aparecí disfrazado de oso, intentando hacer como que cantaba los coros de Ñam Fri Frufi, porque no podía por el morro de oso. En ese tiempo, yo había apostado con unos amigos que me iba a disfrazar. Entonces me alquilé un disfraz de oso, lo llevé a la disquería que en ese momento tenía en la galería Bond Street de la avenida Santa Fe, llamada Tabú, y me lo puse a modo de chiste. Justo aparecieron Skay y Poly, y les conté sobre la apuesta. Para ellos no fue una sorpresa cuando me vieron en el escenario, pero para el Indio me parece que sí. El Indio miró, vio al oso y medio que se sorprendió.

El oso entró, cantó Ñam Fri Frufi y se fue, no se quedó boludeando. Estuvo dos minutos en el escenario, el tiempo que dura el tema, al lado del micrófono de Skay, por eso en la única foto que hay se me ve con él. Después, me bajé del escenario y me di cuenta de que tenía una pezuña de oso y un zapato. Me habían advertido de la agencia de disfraces que si perdía cualquier pieza del disfraz, lo tenía que pagar entero. Entonces dije: “¡Uh!, qué caro que me salió este chiste”. Cuando terminó el recital, se acercó Poly y me dijo: “Toma oso”, y me tiró la otra pezuña que había quedado en el escenario.

Fue un recital muy lindo. Después con los amigos nos fuimos caminando a comer a la pizzería El Globo. ¡Fueron días bárbaros!”

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Una corista embarazada que la pasó bomba

Laura Hatton. Cantante. Docente del Instituto Superior de Música Popular.

“Como en la grabación del disco, la noche de la presentación participé en los coros de todos los temas de Gulp!. Había conocido a los Redondos por intermedio de Rodolfo Gorosito. Yo ya estaba en pareja con Goro cuando lo llamaron a él para tocar. Después, cuando necesitaron un coro, él les sugirió que podía ser yo. Así fue como llegué a grabar junto a Claudia Puyó y María Calzada, y a participar de la presentación en Cemento.

Me acuerdo que fue muy divertido estar ahí, cantando en vivo en un lugar donde normalmente no iba a hacer coros a nadie, ni tampoco a cantar. Yo era profesional y si bien una banda de rock no es lo mismo que cualquier laburo, estaba acostumbrada.
Por otro lado, yo estaba muy atenta a mí misma en ese momento, porque estaba embarazada de cuatro meses. Me acuerdo, como dato gracioso, que no me entraba ninguna ropa y estaba medio compungida porque no sabía qué ponerme.

¡El show fue buenísimo! En ese momento tenía 32 años. A esa edad tenés mucha energía, mucha polenta, tenés ganas de llevarte el mundo por delante. Fue una buena experiencia.

Además, siempre había personajes divertidos dando vuelta. Podía aparecer cualquiera en esos shows. Esa noche Alfredo Rosso subió al escenario vestido de oso. ¡Había mucha energía!

Para ese entonces ya había muchos fanáticos, mucha gente que seguía a Patricio Rey. El lugar estaba colmado, había muchas personas y muchos gritos; el público que sigue a los Redondos no es muy silencioso que digamos.

Ahora, a la lejanía pienso que aquella noche fue muy divertida. Ninguno de nosotros tomaba conciencia de lo importante que iba a ser todo eso. Éramos todos pendejos y juntarse ya era una especie de evento y la pasábamos re bien. Nos divertíamos mucho ensayando. Ensayábamos varias horas seguidas y siempre en una sana camadería.

La grabación de Gulp! también fue muy graciosa, tomando fernet con Coca Cola todo el tiempo. Las cosas se grababan así, no se hacían muchas repeticiones. Los coros se grabaron casi todos en toma única. Era todo mucho más distendido, más suelto.”

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  • El Cruce. Año 7, Nº 42

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