Celeste, siempre Celeste

Temperley cumplirá sus primeros cien años de existencia y en las vísperas del gran festejo que prepara la institución afloran los recuerdos y las emociones vividas por los hinchas. El periodista Martín Glade, que dio los primeros pasos de su trayectoria profesional en AUNO, es uno de ellos y en esta nota evoca momentos de sus cuatro décadas junto al equipo que lo acompaña desde la cuna.

Martín Glade

Lomas de Zamora, octubre 30 (AUNO).- Por limitaciones técnicas que muchos sabrán entender, de chiquito uno ya había dejado de lado un sueño colectivo: el de ser futbolista vistiendo la camiseta del club de sus amores. Con 40 años, es un imposible, incluso casi hasta para vestir los colores del club en un torneo de bochas o casín.

Las cuatro décadas adentro, de todas maneras, conforman un millaje que permite sentir orgullo en relación al vínculo con la institución con la que uno siempre estuvo ligado. Son cuatro décadas compartidas en las que los recuerdos se mezclan con las realidades, las alegrías con los sinsabores, los anhelos con el designio.

Nacido en el 72, seis décadas después de aquella época fundacional que se celebrará en estos días en 9 de Julio 360, uno no pudo ser parte de aquellas épocas de gloria en la que hasta la radio parecía transmitir en blanco y negro.

Héroes, hazañas, grandes delanteras que no llegaron a campeonar, el máximo artillero del ascenso, o tragedias lejos de las fronteras de la patria son sólo algunas de las anécdotas que cada uno fue moldeando en su vida, empardándola con la de Temperley.

De eso se trata, de la vida de uno, de la vida del club.

Cuarenta años, casi la mitad de la vida del club, criado en la pasión celeste. Sin estridencias, sin gestos ampulosos, sin empeños propios, aunque con mucho compartido. ¿Son muchos los que estuvieron en todos, en absolutamente todos los ascensos del club?

Era muy chico en el primero, en aquella gesta de Junín, el 11 de diciembre del 74. Pero tantas veces lo describieron hasta que ese viaje, ese partido, ese regreso, se me hace recuerdo propio y vivo. Con apenas dos años.

Y después la cancha de Huracán con la serie de penales que algún día terminarán de patearse pese a empezar el 21 de diciembre del 82, con ese décimo tiro del Mudo que cada vez pica más antes de entrar.

Y de esa gloria que llevó a la Primera a los otros ascensos, incluso el que se definió perdiendo por goleada 6 a 1 con Almagro el 16 de julio del 96, y que se resolvió en una oficina de la AFA al reorganizarse los torneos, cuando empezó esto de los tres puntos al ganador.

Y ni que hablar del de la C, uno de los que más se sufrió y se disfrutó, por toda la carga previa. ¡Ese regreso contra Tristán Suárez, el 24 de julio del 93 después de 832 días sin poder jugar! Y así, en todos.

Pero también en las desazones y en las gestas. Aprendiendo a odiar al Tolo Gallego por vendido y a Gambier, vendiendo calcomanías de “Temperley no quiebra”, escribiendo desde una incipiente Agencia Universitaria de Noticias reuniones clandestinas de socios como si fuese una sagrada escritura, las juntadas aportando lo que se pudiera, en la Comisión de Apoyo, entregando cartones de bingo en Los Andes, rompiendo la faja de clausura de la sede, pintando las tribunas o cambiando las maderas de las plateas.

De militar por “Nueces para el amor” sólo porque Pauls ratificaba la trascendencia celeste, de llegar bien temprano el día del regreso al fútbol, de colaborar en Prensa, de putear a Durañona, de conocer lo que era la militancia desde una causa, de hermanarse con desconocidos unidos por el único interés del amor.

Son recuerdos, participaciones, compartidas con muchos más allá de un abrazo en una tribuna, de un viaje con alegrías o tristezas, de presencias y también de ausencias de las que todavía duelen.

Para cada uno, en estos 100 años del Centenario que encuentran un club con rumbo, Temperley es un rompecabezas dinámico asociado a la patria que es la infancia de cada uno. Y ahí, se encastran esas piezas, todas celestes, con el espíritu de cada uno, por motivaciones muy disímiles y no siempre compartidas: Alejo, Pecorelli, Céspedes, Biondi, Custodio, el carnet-libretita, Junín, el programa de Nicolás Repetto, las marchas, las calcos, el Mudo, Aldape, Vitulano, Faltraco, la pileta, Vito, los penales, la C, la ceremonia de los papelitos, el viejo, Marianito Rolando, el adoquinado rojo de Espora, el manicero, el cobrador, el turco Alé, el petiso Gerardo, la banda de Krosty, Candedo, el “Corcho”, Berrud, Juani, Manu y Cata.

Imágenes, certezas. Celestes, siempre celestes.

AUNO- 30-10-12
MG-LDC-MFV

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