“Lo único que tengo es tiempo, y la voy a seguir buscando”

Se cumplieron cuatro años de la desaparición de Érica Soriano, la mujer de 30 años que vivía en Lanús con Daniel Lagostena, su pareja y único procesado en el caso. En una charla con AUNO, la madre de la joven, Ester Soriano, afirmó que su propósito de vida es buscar a su hija y prevenir la violencia de género.

Marina Pandolfi

Lomas de Zamora, agosto 26 (AUNO).- La mañana del sábado 21 de agosto de 2010 en Lanús, Érica Soriano había quedado en que con su pareja, Daniel Lagostena, iban a ir a almorzar a la casa de Villa Adelina, donde ella había vivido toda su vida. Sin embargo, nunca llegó.

Soriano tenía 30 años, estaba embarazada de dos meses y hacía seis que convivía en Lanús con Lagostena, quien está en libertad a pesar de ser el único sospechoso en la causa que está caratulada como “homicidio simple en concurso real con aborto, en el contexto de violencia familiar”.

“Yo estoy bien”, dice Ester, la madre de Érica. “Pero nadie me cree cuando lo digo. ¿Sabés la cantidad de veces que me quisieron hacer llorar frente a las cámaras de televisión? Y yo respondía que sí, que lo que pasó es terrible, pero que no me puedo quedar en mi casa llorando.”

Ester tiene 64 años y, a raíz de lo que ocurrió con su hija, hace cuatro que está al frente de la Asociación Civil Pre-vení, que intenta concientizar sobre la violencia de género. Ella y vecinos del barrio comenzaron a juntarse los sábados en su casa y hoy cuentan con talleres semanales. Su vida cotidiana consiste en “transformar el dolor en acción”, define. “Es que te quedan dos caminos: llorar por los rincones victimizándote o hacer algo con ese dolor y transformarlo en algo productivo”, contó.

En estos cuatro años, la causa judicial tuvo muchos avances y contra avances, pero el cuerpo de Érica todavía no apareció. Se allanó la vivienda que compartía con Lagostena y se encontraron los restos calcinados de prendas de vestir de mujer en la chimenea, además de sangre que fue lavada, lo que impidió determinar si el ADN correspondía o no al de Érica.

También se investigaron cruces de llamados telefónicos del viernes 20 de agosto a la madrugada entre Lagostena y un sobrino Brian, que trabaja en la funeraria que maneja la familia, ubicada sobre Máximo Paz al 1000, y que también fue objeto de rastrillajes por parte de la Policía, aunque no se pudieron hallar pruebas contundentes.

A mitad de su café, Ester recordó las últimas conversaciones que tuvo con Érica. “Los últimos tres fines de semana me dijo que no iba a venir a visitarnos porque hacía tiempo que veían a la familia de Daniel, o que pasearían por Saladillo, porque hacía mucho que no salían juntos. Yo le dije que no se preocupara, que estaba todo bien. La última vez que hablamos por teléfono fue el viernes a la noche y quedamos en que nos veríamos todos el sábado para almorzar”. Pero Érica nunca llegó.

Ester cree que su hija no llegó a salir de la casa: “Me consta que no salió de su casa. Nadie la vio salir, nadie la conocía porque hacía cuatro meses que se había mudado con él. En las cámaras no quedó registrado que ella haya salido. Sea lo que fuere que le haya pasado, es probable que ocurriera durante el viernes a la noche”.

Se realizaron pericias psicológicas al acusado, cuyos resultados fueron incorporados a la causa y arrojaron que “posee actitudes psicópatas”, lo cual terminó de confirmar las sospechas que la familia Soriano tenía sobre él. “La fue alejando de su entorno. Mi hija vivió toda su vida en San Isidro, toda la gente la conocía. A los dos meses de que empezó a salir con él, se fueron a vivir juntos a Lanús. Cuando lo conocí, mi primera sensación fue de rechazo. No me quise meter, pero siempre hay que escuchar lo que uno siente ante determinada persona. Paso a paso fue haciendo con mi hija lo que un psicópata hace con su víctima”.

En mayo de 2012, 21 meses después de la desaparición de Érica, el juez de garantías Gabriel Vitale, de los tribunales de Lomas de Zamora, decidió aplicar prisión preventiva para Lagostena. Su defensa apeló el fallo y, por orden de la Salla III de la Cámara de Apelaciones, el imputado fue liberado el 28 de diciembre de 2013. En el dictamen, los jueces sostienen que “no se reúnen los elementos necesarios para mantenerlo privado de su libertad”.

Con esto, la causa volvería a su lugar de origen, que es la UFI 7 a cargo del fiscal Gerardo Loureyro. Ante la excarcelación de Lagostena, la familia Soriano hizo una presentación ante la Suprema Corte, pero fue rechazada. La próxima estrategia implicará que el abogado de los Soriano, Marcelo Mazzeo, presente una demanda de “ausencia por presunción de fallecimiento” para pedir la posterior elevación a juicio. Lo único que se hace ahora por la causa es cotejar ADN de Érica con cada cuerpo NN que aparece.

Mientras la familia Soriano espera que los tiempos de la Justicia se aceleren, Ester no se impacienta: “Lo único que tengo es tiempo. Que lo aprovechemos o no es una elección de cada uno. Nada me va a devolver a mi hija. Todo lo que tengo es tiempo. Mientras yo esté acá la voy a seguir buscando. No tengo apuro. Voy a hacer todo lo que sea necesario hacer en el tiempo que me lleve, no me importa. Ese es el propósito que encontré para mi vida, ayudar a otras mujeres para que no les pase esto. Porque si no hay justicia, que al menos que haya conciencia”.

MP-AFD
AUNO-26-08-14

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